¿Qué es la rotura de ligamento cruzado anterior (LCA)?

El ligamento cruzado anterior (LCA) es una de las estructuras fundamentales para la estabilidad de la rodilla. Se encuentra en el interior de la articulación y conecta la parte posterior-lateral del fémur con la parte antero-medial de la tibia.

Su función principal es evitar el desplazamiento excesivo de la tibia hacia adelante en relación con el fémur, además de proporcionar estabilidad rotacional a la rodilla. En conjunto con el ligamento cruzado posterior (LCP), que previene el desplazamiento hacia atrás, estos ligamentos permiten un movimiento controlado y seguro de la articulación.

El LCA, o ligamento cruzado anterior, es uno de los ligamentos más propensos a lesiones, especialmente en personas jóvenes y deportistas que practican actividades con cambios bruscos de dirección, desaceleraciones o saltos, como el fútbol, el baloncesto, el esquí y el tenis.

En muchos casos, la rotura del LCA no ocurre de manera aislada, sino que se asocia con lesiones en los meniscos, el cartílago articular o incluso otros ligamentos de la rodilla.

La lesión o rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla, ya sea parcial o total, puede ocasionar que la rodilla no goce de la misma estabilidad y fuerza, requiriendo algún tipo de operación de rodilla para su reconstrucción.

Imagen de una rotura de ligamento cruzado anterior (LCA)

¿Cómo se rompe el ligamento cruzado anterior?

La rotura del ligamento cruzado anterior ocurre cuando la rodilla experimenta un movimiento forzado que sobrepasa su capacidad de resistencia. Los mecanismos más comunes incluyen giros bruscos con el pie apoyado en el suelo, cambios rápidos de dirección, desaceleraciones abruptas o aterrizajes mal ejecutados tras un salto.

También puede ocurrir por traumatismos directos, como un golpe en la parte lateral de la rodilla, que genera una combinación de rotación interna de la tibia y desviación de la rodilla hacia dentro.

En muchas ocasiones, los pacientes que sufren una rotura del ligamento cruzado anterior escuchan un «crujido» en el momento de la lesión y experimentan una pérdida inmediata de estabilidad.

La rodilla se inflama rápidamente debido a la acumulación de sangre dentro de la articulación (hemartrosis), lo que puede dificultar el diagnóstico inicial.

¿Cuáles son los síntomas frecuentes de la rotura del ligamento cruzado anterior?

Sonido de «crujido» en la rodilla

Muchas personas describen haber escuchado un sonido similar a un chasquido en el momento de la lesión, lo que suele ser indicativo de una rotura total del ligamento cruzado anterior de la rodilla.

Dolor intenso en la rodilla

Inmediatamente después de la lesión, se experimenta un dolor fuerte en la rodilla, especialmente al intentar moverla o apoyar peso sobre la pierna afectada.

Inflamación rápida y evidente

La rodilla se hincha rápidamente en los primeros minutos u horas debido a la acumulación de sangre dentro de la articulación (hemartrosis). Esta inflamación puede dificultar el diagnóstico inmediato.

Sensación de inestabilidad

Es común sentir que la rodilla «cede» o que no es capaz de soportar el peso del cuerpo, lo que puede hacer que la persona tenga dificultades para caminar o incluso para estar de pie.

Limitación en el rango de movimiento

Tras la lesión, es difícil o incluso imposible extender o flexionar completamente la rodilla. Esta restricción puede ser causada por la inflamación y el dolor.

Falta de control y fallos de la rodilla

Con el tiempo, si la lesión no es tratada, pueden presentarse episodios en los que la rodilla se «dobla» inesperadamente al caminar, subir escaleras o realizar movimientos laterales, aumentando el riesgo de nuevas lesiones en el cartílago o los meniscos.

Moretones alrededor de la rodilla

En algunos casos, la acumulación de sangre dentro de la articulación puede extenderse hacia la piel, provocando hematomas visibles en la rodilla o incluso en la parte superior de la pierna.

Tipos de injertos utilizados en la cirugía de LCA en IMTRA

Los injertos más utilizados en la reconstrucción de un ligamento cruzado anterior son:

  • Tendón rotuliano (HTH): Considerado el «patrón oro» en la cirugía del LCA, ofrece una fijación ósea rápida y fuerte, aunque puede generar molestias en la zona donante.
  • Isquiotibiales: Menos invasivos que el injerto rotuliano, aunque pueden dejar cierta laxitud en la rodilla.
  • Tendón del cuádriceps: Variante moderna que combina estabilidad con una recuperación más rápida.
  • Aloinjerto (de donante): Opción utilizada en casos de reintervención o en pacientes de mayor edad.

La elección del tipo de injerto depende del perfil del paciente, el tipo de actividad que realiza y la preferencia del cirujano.

¿Cómo diagnósticar una rotura de LCA?

Aunque el personal médico en ocasiones se decanta por realizar un tratamiento conservador, la elección más común a la hora de corregir las lesiones del ligamento cruzado anterior es la cirugía. La artroscopia de rodilla se caracteriza por ser una intervención quirúrgica menos invasiva.

En este procedimiento se inserta una cámara diminuta dentro de la rodilla a través de una pequeña incisión quirúrgica. El cirujano visualizará los ligamentos y otros tejidos de la rodilla en un monitor.

A  través de dos  pequeñas incisiones en la rodilla introducirá instrumentos médicos y luego reparará el ligamento de la rodilla siguiendo estos pasos.

  • Se realiza la resección de restos del ligamento mediante un terminal específico de motor.
  • El cirujano practicará un túnel en el fémur y otro en la tibia para insertar el nuevo tejido que puede ser autoinjerto (tejido del propio paciente) o aloinjerto (de donante).
  • Se fijará con dispositivos específicos el nuevo ligamento al hueso para mantenerlo en su lugar.

Al final de la cirugía, el cirujano cerrará las incisiones con suturas (puntos) y colocará un vendaje compresivo en toda la pierna.

La reconstrucción del ligamento cruzado anterior normalmente es muy efectiva. Un ligamento roto solía acabar con la carrera de muchos atletas. Ahora, los avances en cirugía con nuevas técnicas de fijación y en la rehabilitación permiten obtener resultados mucho mejores, como:

  • Menos dolor y rigidez
  • Menos complicaciones con la propia cirugía
  • Recuperación más rápida

El programa de rehabilitación tendrá una duración aproximada de 3 a 6 meses, antes de que se pueda volver a desempeñar la actividad deportiva habitual. Es importante hacer hincapié en que la base del éxito de la artroscopia de rodilla dependerá principalmente del cumplimiento del paciente con el programa de rehabilitación tras la operación del ligamento cruzado anterior roto.

Opciones de tratamiento: ¿Cuándo es necesaria la cirugía?

El tratamiento de la rotura del LCA (ligamento cruzado anterior) puede ser conservador o quirúrgico, dependiendo de la gravedad de la lesión, el nivel de actividad del paciente y la estabilidad residual de la rodilla.

  • Tratamiento conservador: En algunos casos, especialmente en pacientes con una vida sedentaria o sin inestabilidad significativa, es posible optar por un tratamiento basado en rehabilitación. Este enfoque incluye fortalecimiento del cuádriceps e isquiotibiales, así como ejercicios de propiocepción para mejorar el control neuromuscular de la rodilla. Sin embargo, los estudios han demostrado que una rodilla inestable tiene un alto riesgo de sufrir lesiones secundarias, como desgarros meniscales y degeneración articular temprana.

  • Tratamiento quirúrgico: La opción más recomendada para personas activas, especialmente deportistas, es la cirugía de reconstrucción del LCA. Dado que este ligamento no cicatriza por sí solo, el procedimiento consiste en sustituirlo por un injerto que actúe como nuevo ligamento. Existen varias opciones de injerto, incluyendo el tendón rotuliano, los isquiotibiales o el tendón del cuádriceps, así como injertos de donante en algunos casos.

¿En qué consiste la cirugía de reconstrucción del LCA?

La intervención quirúrgica para la reconstrucción del ligamento cruzado anterior se realiza mediante artroscopia, una técnica mínimamente invasiva que permite visualizar el interior de la rodilla con una cámara diminuta introducida a través de pequeñas incisiones.

El procedimiento sigue estos pasos:

  • Resección del ligamento roto: Se eliminan los restos del LCA lesionado mediante un terminal motorizado.
  • Preparación de túneles óseos: Se perforan pequeños túneles en el fémur y la tibia para insertar el injerto.
  • Colocación del injerto: El nuevo ligamento se fija en los túneles con dispositivos de anclaje, como tornillos biodegradables o botones de fijación.
  • Cierre y vendaje: Finalmente, se cierran las incisiones con suturas y se coloca un vendaje compresivo para reducir la inflamación.

Rehabilitación y recuperación tras la cirugía del ligamento cruzado anterior

Tras la operación, la mayoría de los pacientes permanecen en el hospital una noche para un control adecuado del dolor y la inflamación. Al recibir el alta, deben utilizar muletas y una rodillera articulada, la cual debe mantenerse bloqueada en extensión durante las primeras semanas para favorecer la estabilidad de la rodilla y proteger la zona intervenida. En ausencia de lesiones adicionales en el cartílago, se permite el apoyo parcial desde el inicio, avanzando gradualmente hacia una carga completa conforme evoluciona la recuperación.

Alrededor de los 10 días posteriores a la cirugía, una vez retirados los puntos de sutura, se inicia un programa de rehabilitación para recuperar progresivamente el movimiento y la fuerza muscular.

Es fundamental evitar la atrofia del cuádriceps y otros músculos estabilizadores de la rodilla, por lo que en algunos casos se recomienda el uso de suplementos nutricionales para optimizar la recuperación muscular.

La duración total del proceso varía según la evolución de cada paciente y el nivel de actividad que desee alcanzar, siendo clave la constancia en la rehabilitación.

Posibles complicaciones y medidas preventivas

Uno de los riesgos más importantes tras la cirugía es la rigidez articular, que se previene con una movilización temprana y guiada por fisioterapeutas.

Aunque la infección postquirúrgica o artritis séptica es poco frecuente (afecta a menos del 1% de los casos), puede ser grave, por lo que es fundamental seguir estrictamente las indicaciones médicas.

También es importante prevenir la formación de trombos venosos y el riesgo de tromboembolismo pulmonar, por lo que en algunos casos se recomienda el uso de anticoagulantes, como la heparina de bajo peso molecular.

Tiempos de recuperación y regreso al deporte

El retorno a la actividad física es progresivo y debe realizarse con precaución. Correr de manera controlada no se recomienda antes de los tres o cuatro meses, ya que la rodilla necesita tiempo para recuperar estabilidad y fuerza.

En cuanto a los deportes de impacto o contacto, es excepcional retomarlos antes de seis o siete meses, pues la reintegración completa a la actividad deportiva requiere que la rodilla haya recuperado su funcionalidad óptima.

Incluso cuando la rehabilitación avanza sin inconvenientes, el injerto no alcanza su maduración total ni la resistencia equivalente a la de un ligamento natural hasta aproximadamente un año después de la intervención.

Por ello, seguir las indicaciones del equipo médico de IMTRA es esencial para minimizar riesgos y garantizar una recuperación exitosa.